¡OTRA VEZ SOPA!
Una de las particularidades que tienen los políticos argentinos es ganar desconfianza por parte de su pueblo. Una de las grandes causales de los problemas que tenemos es la falta de seriedad política que se tiene en esta bendita tierra. Si naciera de nuevo, tengo duda de elegir nacer en argentina o de subirme al tren de la joda, porque si bien estoy muy conforme con la vida que se desarrolla desde la honestidad, siento que al igual que a otros pensantes y ciudadanos, nos toman de estúpidos.
Esa gran improvisación y cara de buenos conductores que sin esfuerzo esbozan, caracteriza a la dirigencia política de ser excelentes encubridores de sus pensamientos reales que giran sin pausa en el negocio de la política como seguro de jubilación para cuando se retiren luego de ocupar lo que desde un principio debería ser supremo desde todo punto de vista.
No me hablen de mentiras periodísticas ni de campañas desestabilizadoras para comprometer un acto eleccionario. Nadie está en condiciones de ser creíble, ni los difamadores ni los conductores, todo se resuelve revisando la historia y sacando las conclusiones por lo que la trayectoria indica. Por más que a muchos les moleste, nuestro pasado político nos condena.
Al igual que todo ciclo, la vuelta se da. El reflejo de las últimas explosiones entorno a la dirigencia política dejó marcado su resplandor, y al mejor estilo de libretos novelescos, las páginas de nuestra historia se vuelven a escribir entre sombras, medias tintas y corrupción.
Se creía que las experiencia políticas, junto a sus vergüenzas y escraches, pasadas entre los Yoma y la joda de IBM marcaban en su momento el punto final a la corrupción descarada, el negociado en las narices del pueblo y el fin de tomada de pelo a la justicia. Pero en argentina no se termina nunca. La justicia sigue sin existir y los negocios son cada vez mayores.
No importa si lo que se pueda escuchar es exagerado por la prensa o por los opositores interesados en menoscabar a meses de las elecciones. Lo que importa es todo lo que gira entorno al gobierno por su desempeño en ciertos manejos impunes que se ventilan ahora y que ya cuesta imposible creer cosa contraria, pasando a ser más que un tema de discusión una realidad complicada de desmentir.
La reacción generalizada del pueblo de Santa Cruz, los incidentes que se han protagonizado entorno a los ferrocarriles, inclusive mirando más allá, el alejamiento de Capitales Extranjeros de nuestra economía y el malestar generalizado de la gente no son inventos ni campañas de desestabilización. Son resultados de errores cometidos. Esos errores no son parte de un incumplimiento luego de cuatro años, son exteriorizaciones de impotencia, esa misma impotencia que nace en escuchar que un ministro con pesados antecedentes sigue al frente de un gabinete, que otro ministro está metido en el negociado del gaseoducto, que en la provincia del presidente se levantan radios por pensar diferente, y como si fuera poco, ciertas actitudes de las fuerzas de seguridad ponen en duda las ordenes emanadas del propio gobierno. Esto es una joda.
No alcanzan los hechos políticos, que la justicia hace lo suyo. El perdón o justificación sobre Quiróz, después de lo ocurrido en San Vicente, también abrió la puerta al libertinaje. Inclusive se desconfía que el presidente tenga un patrón, y no sería la primera vez que el sindicalismo gobierna a un gobierno.
Entonces no se debe hablar de campañas sucias ni de desbocados comentarios que pretendan desestabilizar. Tampoco martiricen a un presidente. Simplemente miren las agendas, llamen a algunos jueces, también algunos comisarios, no se olviden de hablar con Di Zeo, pedirle permiso a Moyano y cuando todo cierre, si tienen ganas y queda algo de tiempo, pueden comenzar a sacar las claras conclusiones que todo lo que está ocurriendo es producto del mismo descontrol que el gobierno originó al dejar de ser creíble.
En ese sentido, el presidente como responsable también de su gente, me ha fallado, porque tenía claras ideas de salir de una crisis, y en parte se salió, pero continuamos transitando por el peor de los caminos que es la falta de credibilidad en las instituciones, y de eso es responsable cada uno de los integrantes del presente gabinete al olvidarse que lo primero que se debe defender con honestidad es nuestra Nación, la misma que ahora está siendo vista por el mundo entero como chiquero de chanchos. Para no perder la costumbre.