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domingo, 6 de mayo de 2007

ALGO PASA

Viejos tiempos se cruzan por la mente, pero eso se quiere ver como pensamientos negativos, o quizás, se dice que es tirar mensajes en contra de la reelección del presidente. Pero cada día que pasa crece el nerviosismo y no precisamente por las agresiones políticas entre los candidatos. La agresión en sí misma es contra la propia ciudadanía y pareciera que a nadie le interesa.

Mientras tanto, la voluntad política se juzga por sí sola en la intención única de mantener el poder o de lograrlo de una vez por todas. Sin dudas, el sillón de Rivadavia tiene un precio alto en estos días, de tal manera que cualquier altercado que gira entorno del propio presidente suena a hechos que apuntan a su persona.

Quizás pretendan martirizarlo, pera ganar en cierta forma algo más de la popularidad que fue perdiendo, o quizás, por el mismo miedo que la oposición se refuerce y lo arrebaten, de la misma manera que le arrebataron la provincia de Misiones, nieguen la determinación de un Fiscal diciendo únicamente lo que ellos ven. Y si vamos al caso, por qué no se dijo antes que la madre era amenazada. La cuestión es que mientras tanto, otras cosas suceden y ponen en duda la credibilidad de la misma conducción.

Desde el primer momento que los antecedentes juzgan a Fernández por su pasado en Quilmes y por las relaciones con quienes hoy son enemigos del presidente ya no tendría relación el liderazgo y poder que Fernández sigue teniendo, pero dan clara situación que aquellos no interesara, y por ende, se pierde día tras día la credibilidad. Una credibilidad que los años fueron dando paso a su agotamiento por las mismas carencias del Estado y las facultades atribuidas que algunos ministros se tomaron.

El estar cerca de las elecciones, supone en Argentina, tiempos de denuncias, enfrentamientos, saldo de cuentas pendientes y montones de circunstancias que solamente apuntan a desacreditar al otro, sin importar que el pueblo está mirando de costado, ya que no cree más nada. A veces, al menos por las experiencias pasadas, se revirtieron las cosas cuando al momento de dejar el voto la ciudadanía pareció olvidarse del pasado oportuno de cada candidato. Dios quiera que ahora se vote con conciencia y no falte memoria.

Pero en cierta forma, ya no es lo mismo y eso parece que no lo tienen presente, o sí. El tema es que la locura por el manejo del poder, canastita siempre deseada, descuida los lados más delicados de la gente y recae negativamente sobre el gabinete de turno. Pero no se trata de caprichos presidenciales, pues dudo que Kirchner pretenda atemorizar al pueblo. Sería cuestión de buscar en el pasado o en la cabeza loca de algún cercano al presidente cuáles son las intenciones de seguir embarrando la cancha, a no ser que verdaderamente existan grupos de poder que pretendan hundirlo, o quizás, algunas certezas realmente molesten y deba entonces manejarse otros hilos para tapar lo que el pueblo no tiene que ver. El tiempo dirá dónde está la razón.

La cuestión es que algo está pasando. Testigos que desaparecen, otros que son asesinados, algunas radios que se levantan, denunciantes amenazados, un periodismo que por momentos calla o no ve, relaciones turbulentas entre el presidente con algunos jueces y también con la Iglesia, y como si fuera poco, la violencia en la calle crece a paso agigantado entre asaltos, corridas, estudiantes, policías, droga, menores que desaparecen, patrulleros truchos o mal preparados y un valor dólar totalmente ficticio en medio de un proceso de inflación que despierta preocupación para diciembre al momento de cerrar las cuentas para comenzar a dar las cartas nuevamente.

Algo está pasando, pues son muchas las canillas abiertas que están perdiendo y sería un verdadero problema si las cañerías no aguantan y comienza la inundación. Dios quiera también que todo siga en calma.

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