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miércoles, 26 de marzo de 2008

NO A LA SOBERBIA NI A LOS PATOTEROS

Realmente al comenzar a escribir el presente artículo, estaba en la duda acerca de su título. Quizás, se podría resumir en decir “Pueblo contra Pueblo”, o “Al campo lo mata la soberbia”, quizás, aunque no le guste “Esto termina mal”.

Pero resulta que cualquiera de las elecciones hubiese sido la correcta, todas ellas encierran lo mismo, enfrentamiento social. El pueblo se enfrenta en medio de la soberbia de algunos, el patoterismo de los de siempre y la búsqueda del equilibrio. Pues de eso se trata, tratar de conseguir la estabilidad que se dice lograda y el crecimiento que se habla en los discursos. ¿Dónde está la estabilidad?

¿Acaso llaman estabilidad económica a las arcas del estado que se engruesan con el sacrificio del pueblo? No confundir, dice el cartelito ubicado en la conciencia popular. Los ruralistas son parte del pueblo y la señora que sale a realizar sus compras llena cada vez menos su bolsa. Pues mientras el estado aumenta las reservas, el pueblo compra cada vez menos. ¿Eso es estabilidad económica?

Crecimiento económico es hoy por hoy, tener altos porcentajes de exportación con los reembolsos que algunos perciben y otros negocian. Crecimiento se llama para nuestro Ministro de economía tener la tranquilidad de pagar las deudas, ¿Cuáles, las del Club de París? ¿Quizás la de la deuda externa mientras se negoció Bonos con Venezuela a valores más altos de intereses que los propios de la deuda?

No es quizás el punto de buscar la quinta pata al gato, que no la tiene, ni sacar los trapos al sol para que nuevamente el mundo vea de la manera que Argentina se expone en la vidriera de la vergüenza.

No se trata de exponer los errores buscando el precio de las cabezas políticas, tampoco incentivar la agresividad que va tomando el pueblo contra el pueblo mismo, pero existe una verdad, como bien dice el Martín Fierro, “si los hermanos se pelean, los devoran los de afuera”, y aquí, a primera vista pareciera que los hermanos son el pueblo y los de afuera el propio Estado. Las medidas anunciadas cerca del 11 de marzo último sobre las retenciones impositivas sobre el agro, pareciera convertirse en el detonante para una sociedad que no tolera más los actos de soberbia de la dirigencia política ni los actos patoteros de quienes no son ejemplo de paz pero que siempre tienen impunidad.

La lectura del discurso presidencial fue interpretada al momento, y sin hacerse esperar dejó lugar a la manifestación impensada del pueblo que salió a las calles con las cacerolas, las mismas del 2001. En una manifestación pasiva y para nada provocadora, el pueblo se fue reuniendo para decirle NO a la soberbia que calificó como “piquete de la abundancia” a la protesta del agro, a la falta de reconocimiento al sacrifico del acampo, a la puesta en el bolsillo de las manos del sistema.

Pero empañó las calles la presencia de los de siempre, quien en una muestra más de apoyo al gobierno pretendía y así lo hicieron, por medio de la fuerza, a empujones, gritos y desmanes desplazar la voluntad del pueblo de manifestarse libremente. Tomaron la plaza y corrieron a la fuerza a la gente que sin palos ni banderas le decía a la Presidenta –“no estamos de acuerdo”-

Pareciera en parte, que eso en la Argentina no se puede hacer, no se puede expresar lo que se siente, no se le puede hacer frente a la soberbia de las palabras y la anarquía de las calles manifiesta en la inseguridad. La gente estaba diciendo basta, y como eso era espontáneo, libre y sin banderas, se encargaron los grupos de presión de mandarlos a dormir. Pero creo que el llamado de atención ya está, y el pueblo parece no querer dormir. El pueblo no quiere ser mal tratado.

Caben entonces muchas preguntas, pero quizás la esencial pase por solamente una, ¿En qué termina todo esto? De algo se puede estar seguro, que con la soberbia y los patoteros no llegaremos muy lejos.

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