PROBLEMA POLITICO DE FUTURO INCIERTO 1º Parte
Estar nuevamente en las calles significa estar con la gente, los que pidieron volver a vernos, los que no y los que nos irán conociendo. Lo cierto es que ÉTICA Y MORAL tiene su identidad y mantendrá la postura de dar opiniones realistas sin la necesidad de apuntar a la ofensa. Simplemente decir lo que la realidad nos entrega.
Hablar de los problemas políticos que Argentina está atravesando no deja de ser un tema urticante que nos incumbe a todos. Pero quizás, la preocupación de los argentinos se puede centrar en el futuro y la dilatación de soluciones que se requieren en carácter de urgencia. Pero no cabe dudas que la mayor tensión no deja de pasar hoy día por los pasillos de la Casa de Gobierno.
Los hechos ocurridos en la Quinta 17 de octubre, en San Vicente, seguramente tienen nombre y apellido, el problema pasa por saber correctamente de quién se trata y si realmente nos enteraremos con el tiempo de la verdad. La falta de credibilidad es una de nuestras constantes. No necesariamente por razones de idiosincrasia, sino por el manejo rutinario de fuentes de información y los posteriores negociados de silencio. Aunque duela, es así.
El mismo presidente, acompañado por la mayor comitiva del gobierno, en un acto realizado en José C. Paz, y frente a miles de personas, respondió a su manera a lo consideró un ataque al gobierno mismo. Dijo –“las cosas que suceden, no suceden por casualidad, hay que apuntar contra el presidente, hay que apuntar contra Kirchner para frenar el cambio, frenar la Justicia, frenar el nuevo país que necesitamos”. Sin dudas que el costo político es elevado, y ciertamente, más allá de pensar que no dejan de ser posibles palabras de campaña, el presidente tiene razón. Alguien quiso empañar una fiesta de miles poniendo en evidencia que en las esferas políticas las cosas no andan nada bien. “En la oscuridad se mueven aquellos que quieren perturbar el ánimo de los argentinos”, dijo Kirchner en otro pasar de su discurso.
El propio Primer mandatario habló de una conspiración, lo veremos con el tiempo si realmente son los términos correctos. Pero mientras tanto, éste tipo de enfrentamientos no dejan de hacer recordar cuando en los tiempos de internas gremialistas, allá por los años 70, Lorenzo Miguel y Rucci se enfrentaban por el liderazgo sindical y las primeras filas junto a la dirigencia peronista. De no fallar la memoria, en la ex calle Cangallo estaba el bunker de Lorenzo Miguel, aguardando detrás de los portones aquellos autos torinos con ametralladoras y matones. Hoy las discusiones son de otra manera, pero violentas al fin. La gran diferencia de lo ocurrido el 17 de octubre en San Vicente a las horas vividas en Ezeiza en el retorno de Perón al país son claras y contundentes, ya que en aquella oportunidad más de 70 muertos empañaron nuestra historia y al día siguiente se declaraba la guerra de fracciones políticas en las calles llevando al país a lo que todos conocemos y no queremos recordar. En la presente ocasión, no hubo muertos, los enfrentamientos fueron menores pero el tema en discusión aparentemente el mismo. Una posición de liderazgo frente al poder político.
El peronismo muchas veces manifestó sus diferencias mediante la violencia, pero lo más triste es pensar que los años han pasado y las bases ideológicas en cuanto a sus posturas de poder no cambiaron.
Pasaron 30 años y se sigue discutiendo quién debe tener el poder gremial y quién debe ser el amigo del presidente. Está dentro del sistema político, pero lo que no cabe más en la historia es la violencia por violencia misma. Mujeres, niños y ancianos estaban predispuestos a pasar un día de fiesta conmemorando un hecho que no dejaba de ser histórico, el mismísimo respeto a quien fuese presidente en tres ocasiones, el debido respeto a quienes fueron a un acontecimiento histórico pero que enseguida pasa a ser político. Nada más que político. Lo que sigue, es discutir de sindicalismo.
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