REORDENAMIENTO POLÍTICO
Pensar en el ordenamiento político, es sinónimo de establecer nuevas pautas. Una de ellas, es sin duda, replantear nuestra estructura política espesando por conformar un Estado competitivo, profesional y serio. Se necesita una Administración Pública moderna, alejada de los intereses partidarios y políticos y pasando a ser un verdadero Servicio Público.
La premisa de Ética y Moral es muy clara, “podemos crecer en la medida que seamos francos”. Pues resulta indispensable que desde la dirigencia política nazca la idea colectiva de entrar en una etapa de cambio. Se puede pensar una y mil maneras de cambiar estructuras y sistemas, pero si no se cambia la actitud no resultará ningún proyecto. De esa actitud dependen los argentinos, depende el futuro del país.
No tenemos un Estado moderno que limite los intereses sectoriales dentro de la Administración pública, con el agravante de funcionarios politizados sin importar la pericia que puedan contar para sus funciones específicas. Algunos son más negociadores políticos y amigos del otro que idóneos y leales al propósito que fueron nombrados.
Así es como hemos llegado a Instituciones carecientes de credibilidad y respeto. Han formado un estado de Instituciones politizadas que fingen una función en medio del giro arbitrario del gobierno de turno.
Un país no cambia con cada gobierno la función primordial del estado. El servicio lo debe cumplir como premisa fundamental por el cual existe. Se puede tener una visión diferente de ciertas formas y modos de arbitrar políticas determinadas, pero no puede olvidar las bases por el cual deben pasar sus funciones.
A cada gobierno entrante, en Argentina se cambian desde los funcionarios hasta los escritorios, pasan por los chóferes y terminan desvirtuando las funciones. Cada uno acomoda sus hombres, sus familiares, y ni se fijan cuales son las cosas que estando bien, se deben dejar igual tratando de mantenerlas. Lo primero que se hace es cambiar, sin medir los resultados, sin tener en cuenta que muchas veces se debe continuar con determinado proceso para llegar a un determinado fin. Así es como en los grandes países como Francia, ante un cambio de gobierno, sustituyen no más de 300 funcionarios en todo el país, y en Argentina, un solo intendente cambió más de 2500 funcionarios (La Matanza).
Hemos llegado a más de 600 normas tributarias. Normas que sin duda no se aplican, o al menos, resultan excesivas al momento de controlar la liquidación de impuestos y la respectiva recaudación. Si se tiene parte del gobierno, como lo es la SIDE, donde no se controlan los gastos, es muy fácil imaginar la falta de control en terrenos con demasiada amplitud, como lo es el tributario.
Argentina se ha convertido en un país sin control de gastos ni aplicación de leyes.
Los grandes evasores existen porque el Estado lo permite. La corrupción se institucionalizó porque asumen cargos sin la respectiva responsabilidad de conducción.
Estamos parados en el mismo escalón que Etiopía y Zambia (los conoce?), pero tenemos, -como dice el economista y negociador internacional Felipe de la Balze- “una sociedad civil en términos de las calificaciones medias de nuestros médicos, deportistas, torneros o plomeros que se comparan con la de muchas naciones avanzadas”.
Sin duda que los problemas pasan por la calidad de política que tenemos. Pero esa calidad pasa por una actitud deliberada de hacer lo que les plazca en lugar de lo que les corresponde. Cuantas veces hemos escuchado a funcionarios de primeras líneas aumentar sus sueldos mientras sus gobernados no tienen para comer. Pero sin duda nos les importa.
La Educación, la Salud, la Justicia y la Seguridad, son obligaciones que le competen al Estado en respuesta a los impuestos que la gente paga. Es la prestación de un Servicio Público que el Estado tiene encomendado. España, Francia, Italia y mismo Chile, cuentan con un Estado sin fragilidades, sin vacíos institucionales que dejan a la deriva a una sociedad entera.
Ese Servicio que el Estado debe cumplir se logra mediante la independencia de las Instituciones, con funcionarios competentes, prestigiosos por sus resultados e idóneos por sus conocimientos.
Si no se tiene compromiso estatal, no se podrá terminar con la corrupción, ni el desempleo. Tampoco se podrán ejecutar una educación pública productiva, ni terminar con la pobreza, ni mejorar los servicios. No se logrará justicia.
La política dentro de la Administración Pública Argentina es un gran quiste, de características cancerígenas que se propaga con el tiempo llevando lentamente al sistema a la muerte y la destrucción del país. Como todo quiste, se lo debe extirpar. Como todo cáncer, se lo debe tratar. Argentina está en agonía, una terapia intensiva moderada que no se sabe nunca por dónde va a estallar.
En determinado momento se aquietaron las aguas con el tema de los piqueteros porque salió a la luz el tema de las coimas del Senado. Algo parecido ocurre cuando un ministro debe dar informes en el Congreso, seguramente los medios aparecen con otra noticia que distraiga. Mientras tanto, todo sigue, aquella Ley votada en medio de vicios legales se puso en práctica. En medio del ruido que puede producir el caso Skanska se minimizaron las declaraciones de Fernández.
Los fallos judiciales dictaminados de manera arbitraria, colmados de vicios que determinarían su nulidad, fueron aplicados como mandato de ley, y se llevaron a cabo. La misma Corte Suprema ha violado en su momento, derechos Constitucionales. En Argentina se ha violado la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, aprobada en la IX Conferencia Internacional Americana.
Ese es el quiste que tiene la Administración Pública. Esa es la política dentro de las Instituciones. Esos son los funcionarios politizados que administran nuestro pueblo.
Este es parte del reordenamiento político que necesita nuestro país. Y las lista sábanas, donde se votó sin saber a quien. Es la parte de la reestructuración política. Mientras tanto que comiencen de una vez por todas, en cambiar la actitud, despolitizar la administración, terminar con los intereses sectoriales, nombrar funcionarios idóneos, mantener las estructuras que funcionen, prestar un servicio como corresponde y permitir que el país salga adelante.
Nuestro presidente ha tenido voluntad, la determinación suficiente para querer poner cada cosa en su lugar pero en cierta manera se le fue la mano en las formas. No basta con la voluntad, también se debe tener criterio y determinación. También acompañamiento. La voluntad del pueblo en cierta forma lo acompañó, pero muchas cosas se fueron escapando de los carriles. Por eso, seguimos igual. En cierta manera faltó conducta y seriedad.
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